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Crecí en un barrio marginado en la zona norte de Santiago de Chile e inesperadamente -y por circunstancias de la vida misma- terminé estudiando y titulándome como psicólogo en la Universidad de Valparaíso. Paralelamente a mi estancia académica de pregrado me dediqué a la música y la artesanía por gusto y necesidad, vendiendo en la calle y en las ferias, tocando en micros, veredas y escenarios.
Me hice amante de los viajes, la calle y las historias, del lenguaje del cine, la fotografía y la cultura local, me fui adentrando en lo que sería la mirada sobre la cual volcaría mi práctica profesional. Comencé a escuchar historias de fracaso e inadaptabilidad en un loop donde la trama se repetía. ¿Cómo es posible que personas tan distintas describan desde lugares tan similares sus sensaciones de fracaso personal? Sobre la base de esta y otras preguntas es que definí mi posicionamiento frente a la psicoterapia, atendiendo a la influencia política, social y cultural en la forma en que las personas entienden y dan sentido a sus vidas.
En esta ruta, ya más académica e intelectual si se quiere, me reencontré con la terapia narrativa de la mano de Pranas Chile, con quienes realicé el Diplomado Internacional y el Diplomado Avanzado para posteriormente realizar una Maestría en Terapia Narrativa y Trabajo Comunitario en la Universidad de Extremadura, España; además de una variedad de cursos asociados a colectivos de prácticas narrativas a nivel latinoamericano y europeo a lo largo de estos años. Actualmente, radicado en Argentina, me encuentro cursando una Maestría en Antropología Social y Política en la FLACSO.
En un camino de curiosidad incesante, he buscado formación y perfeccionamiento sostenido tanto desde la academia como desde una posición autodidacta, orientando mi enfoque profesional hacia la terapia narrativa. Gracias a esto, en mis catorce años de experiencia profesional he tenido el privilegio de conocer y acompañar a personas de distintos contextos y fronteras políticas como Chile, Argentina, Colombia, El Salvador, México, EEUU, Francia y España; que me han permitido acceder a saberes individuales y colectivos al margen de la institucionalidad académica y que no sólo han moldeado profundamente mi práctica profesional, sino también mi postura ética frente a la psicoterapia y los procesos de acompañamiento. Saberes que atesoro profundamente.
Mi práctica terapéutica se sustenta en la convicción de que las personas son expertas en su propia vida. Basado en este principio, los objetivos de la terapia los definimos en conjunto con quienes consultan, emprendiendo un viaje colaborativo en el cual mi rol como terapeuta consiste en acompañar el proceso mediante preguntas que nos permitan acceder a sus historias preferidas, esas que honran sus saberes, habilidades, sueños, esperanzas y lo que valoran en la vida. De este modo reconectar con lo que en terapia narrativa llamamos «agencia personal”, esa sensación de ser capaces de habitar nuestras vidas de formas preferidas.